sábado, 8 de mayo de 2010

MARC Antoine Laugier, arquitecto teórico y jesuita que vivió en el siglo XVIII, buscó el concepto de la arquitectura en las cabañas primitivas, y expuso su teoría de la siguiente manera: El hombre necesita un lugar para descansar. Es por ello por lo que busca un prado a lo largo de un curso de agua tranquilo. La vegetación le regocija la vista; su textura delicada le atrae. Se deja caer dulcemente sobre el tapiz estriado y sueña retozar sobre este don de la naturaleza. No tiene necesidad de nada más. Pronto, no obstante, el calor del sol le quema la piel, lo cual le impulsa a buscar un abrigo. Busca, entonces, un bosque en el que se aprovecha del aire fresco bajo los árboles. (Kenchiku shiron [Essai sur l’architecture], traducido por Riichi Miyake, Editorial Chuo Koron) Para defenderse de la lluvia y de la humedad, el hombre pronto se refugió en las cuevas, pero enseguida intentó crear una vivienda huyendo de la obscuridad y del aire insalubre de la cueva. Algunas ramas cortadas en el bosque le sirvieron para empezar a realizar su plan. Reúne las cuatro más sólidas que puede encontrar y las dispone verticalmente formando un cuadrado. A continuación, coloca encima cuatro ramas horizontales. Añade entonces otras ramas en sentido oblicuo, juntándolas dos a dos en un punto para formar una “v” invertida. “El tejado, que debe hacer de pantalla contra el sol y la lluvia, está formado por una masa densa de hojas.

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